Bienvenidos

Los primeros pensamientos para encontrar nombre a este blog fueron tan arduos que pronto desistí. Intenté una y otra vez encontrar un término aceptado por la lengua o inventado que denotara Baracoa, mi primera tierra, y nunca quedé conforme. Entonces reparé en que al pensar recreaba un mundo muy propio, quizás porque el que vivimos todos no contenta como yo quisiera, y exige creer que el Sol va a iluminar el día, aunque haya nublados. Creo que nombrar este blog La bolita´el mundo puede expresar mi deseo de representar, aunque sea desde el yo personal, lo que desde niño imaginé universo, hoy tan frágil y vulnerable que por momentos no parece más que una pequeña esfera. La bolita´el mundo es mi mundo, es Baracoa, Cuba, mi familia, mis amigos, son los cubanos dispersos por doquier, las personas incluso que no conozco y la sensorialidad por la que respiro y busco armonía para convivir con la gente en y desde todo lugar, desde toda expresión. Es, en fin, el mundo en mí. O si se quiere, yo en el espacio creado por Dios o la Gran Explosión, según se crea. Lo importante será la palabra, esa por la que me gano el pan y trato de hacer verso.

jueves, 5 de febrero de 2015

Celina



Murió Celina González y con el deceso dejaron de padecer ella y su público esa “larga enfermedad” con que los medios de difusión cubanos mantienen la patética costumbre de llamar pocas veces las cosas por su nombre.
Más allá de parecer pecaminoso nombrar un mal, la distancia de la artista de los escenarios durante años y el delicado estado físico que hacían evitar mostrarla demasiado en televisión provocaron que sus paisanos, sin olvidarla, no la recordaran como cuando cantaba.
De todas maneras, a Celina, como tenencia, ya no le hacía falta ni el nombre; bastaba oír su voz para sentir que un aire fresco y enérgico recorría los campos de Cuba, se introducía por puertas y ventanas, contagiaba a todos y fomentaba una fama no amenazada hasta hoy por nada, ni por nadie.
Cuando a finales de la década del 40 del pasado siglo Ñico Saquito se llevó con él a Celina y el guitarrista, compositor y segunda voz guantanamero Reutilio Domínguez para presentarlos en el mundo artístico de la ciudad de La Habana, ya la pareja había trascendido a través de la Cadena Oriental de Radio, un referente importante en la región del este del país.
Los intérpretes habían comenzado a cantar a dúo, cuando la comprensión por la música se confundió con la afinidad de sentimientos y nació un amor común que lo llevaba a él a  bordar y coser los trajes de ambos para sus presentaciones.
Casi dos décadas después, ella proyecta la carrera de solista que conocieron las últimas generaciones de su país, esas que colocaron los temas Que viva Changó y Yo soy el punto cubano en un altar de la música campesina, con evocaciones de una intérprete cubierta casi siempre con vestidos, adornada con aretes largos y un movimiento de manos que invitaba a que la audiencia a corear las canciones.
El próximo cambio importante en la carrera de la cantante fue su unión con Lázaro Reutilio, su hijo, algo que le permitió a él relanzar su pobre imagen artística, pero que lo hizo deslucir y empañar el noble propósito de la madre de revivir los éxitos musicales que logró ella con su esposo, amén de la nominación en el 2001 al Grammy Latino por el disco “50 años como una reina”.
No pecaba con sentirse como la llamaban, reina, un apelativo que nadie podrá quitarle sin malas intenciones, como nadie puede arrebatarle a Benny Moré y Celia Cruz la condición de mejores soneros en la rica historia musical de la mayor de las Antillas.
Celina gozó a plenitud de la estimación de quien supo que como ella no había quien trasmitiera el alma de la música campesina, hoy de luto por el adiós de su soberana.

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