Bienvenidos

Los primeros pensamientos para encontrar nombre a este blog fueron tan arduos que pronto desistí. Intenté una y otra vez encontrar un término aceptado por la lengua o inventado que denotara Baracoa, mi primera tierra, y nunca quedé conforme. Entonces reparé en que al pensar recreaba un mundo muy propio, quizás porque el que vivimos todos no contenta como yo quisiera, y exige creer que el Sol va a iluminar el día, aunque haya nublados. Creo que nombrar este blog La bolita´el mundo puede expresar mi deseo de representar, aunque sea desde el yo personal, lo que desde niño imaginé universo, hoy tan frágil y vulnerable que por momentos no parece más que una pequeña esfera. La bolita´el mundo es mi mundo, es Baracoa, Cuba, mi familia, mis amigos, son los cubanos dispersos por doquier, las personas incluso que no conozco y la sensorialidad por la que respiro y busco armonía para convivir con la gente en y desde todo lugar, desde toda expresión. Es, en fin, el mundo en mí. O si se quiere, yo en el espacio creado por Dios o la Gran Explosión, según se crea. Lo importante será la palabra, esa por la que me gano el pan y trato de hacer verso.

miércoles, 22 de mayo de 2019

No más. Hace falta




Que importa la norma de titulaje periodístico si es para clamar porque cesen los actos de tantos asesinos potenciales detrás de un volante en calles y carreteras cubanas. La tragedia del accidente de la madrugada del pasado domingo en el malecón de La Habana dice que el problema de los accidentes de tránsito parece no dar para más, aunque parezca que no interesa.  

Es difícil, muy difícil, aceptar una y otra vez la ocurrencia de hechos como el citado, que hasta hoy deja cinco muertos y un buen número de lesionados. Por si fuera poco, algo más de 24 horas después se produjo el choque entre una Yutong y un yipi en Mayarí, Holguín, con saldo de tres fallecidos.

Resulta lacerante la existencia de un problema que por probabilidades siempre se va a repetir, aunque lo grave está en la frecuencia de su registro, el enlutamiento de las familias, el desangramiento económico, y lo peor, la incertidumbre sobre en qué momento los responsables pagarán su culpa sin que la gente sienta la aplicación de ley como una burla.

“No son pocos los que piensan que en cuestión de justicia, en Cuba se es benevolente con los choferes que provocan sobre todo los accidentes más graves. En definitiva, un día pueden volver al volante, como si el daño que hicieron se enterrara según se entierra a un cadáver”.

Así escribí en enero de este año, y si las cosas siguen como van, así se podrá escribir en un futuro sin límite. ¿Cómo entender, por ejemplo, que desde hace 12 años el vehículo involucrado en la tragedia del malecón no tuviera la revisión que certifica el estado técnico para la circulación segura en la vía?

¿Cómo explicarse que manejara alguien que hasta el 2014 tuviera cinco sanciones administrativas de suspensión de la licencia, y hubiera sido multado 40 veces, 11 de ellas por mayor peligrosidad?

Preguntas son muchas; respuesta, una: faltan rigurosidad, sensibilidad ante la pérdida de vidas humanas y dinámica en leyes efectivas por parte del Estado, amén de que el azar haga lo suyo en cobrar por encima de lo que uno concibe.

Creo que estamos cansados, si no hartos ya, de tanto mal, tolerancia, desidia, respecto a los accidentes de tránsito y la suerte paralela que corren los choferes. Frente a lo justo, algo se nos va. Que no sea la cabeza.

lunes, 13 de mayo de 2019

Solo una madre



Una madre soporta por un hijo lo que no aguanta nadie ni por su mismo bien. Es un desvelo congénito, como si no se hubiera roto nunca el puente del cordón umbilical.

Por mucho que se intente, no podría explicarse siempre. Para mí, la protección o el sentido de posesión de una madre obedece a que jamás se liberan de la condición de guardianas que les concede haber alojado a un ser en el vientre. 

Hagamos lo que hagamos, pensemos lo que pensemos y estemos donde estemos, nuestra ascendiente directa compartirá, aconsejará, perdonará y hasta se resignará cuando crea que sus fuerzas son menos que el imposible.

¿Cómo se puede soportar tanto, si no es con la certeza de que lo importante es amar, y de que el verdadero amor no necesita aspiración de igualarse, ni esperar a cambio? 

Solo ella sabe. Solo una madre sobrelleva cualquier peso, desde una liviana luz.

martes, 19 de febrero de 2019

Me gusta San Germán y su ambiente


Si un periodista llega a una zona baracoesa de campo es casi imposible no fijarse en un sabroso café colado en bolsa, o en un chocolate hecho en una olla cualquiera, pero con leña.
 
Así encontré en una visita en San Germán a Ana Iris Quintero Quintero, quien tiene 30 años de vivir en esta zona y dice que el encanta la cocina, pero sobre todo hacer dulces. Yo, tentado por la confesión, quise hablar con ella.
 
¿Es costumbre que usted haga ese chocolate que le vimos hacer hoy?
 
"Sí, varias veces lo hago, me gusta".
 
¿Cada qué tiempo?
 
"Siempre lo acostumbro a hacer, y cuando hay visita más porque a las visitas les gusta mucho el chocolate natural".
 
Vi que lo hace a la costumbre antigua, con leña. ¿Por qué?
 
"Porque tiene mejor sabor y se concentra más".
 
Siempre se dice que la cocina hecha con leña sabe mejor...
 
"Sí, como que no. Mi nuera vive en la ciudad, es de Ciego de Ávila y le encanta venir a mi casa para que yo le haga fricasé con leña, frijoles con leña, y el chocolate con leña también".

¿Hace usted algún otro alimento cocinado así?
 
"El dulce de coco con guayaba, el dulce de naranja, lascas de naranja para fin de año me gusta hacer mucho".
 
¿Y cómo tiene usted la materia prima necesaria?
 
"Consigo la naranja para los fines de año, los 24 y 31 de diciembre, la hiervo, la meto en el río en un envase y al otro día ya amanece sin ningún tipo de amargo, y ya al otro día la pongo al almíbar y el dulce queda sin una gota de amargo y muy rico".
 
¿Y qué otro dulces acostumbra hacer aquí, en San Germán?
 
"Fruta bomba y albaricoque. No como mucho dulce, es para regalarle a mi nuera, porque no me gusta mucho el dulce porque me cuido mi cuerpo de las enfermedades con el azúcar".
 
¿Usted compra las frutas o las cultiva?
 
"Yo cultivo las frutas porque tengo una finca".
 
¿La trabaja usted sola?
 
"Con mi esposo".
 
¿Y qué tiene esa finca?
 
"Café, cacao, guayaba, variedades de frutas y productos, ñame, plátano fruta, plátano vianda".
 
¿Se sostienen ustedes económicamente con esa finca, o tienen que buscar alternativas?
 
"Nos sostenemos con la finca y yo tengo mi trabajo, que soy la administradora de la panadería".
 
Su esposo, ¿trabaja?
 
"Es jubilado".
 
¿Cómo es la vida en San Germán si depende de lo que las personas cultivan, de lo que pueden tener por sí mismas?
 
"Bueno, para decirte, yo nací y me crié en El Guamá y tengo ya 30 años de vivir en San Germán. Me gusta el lugar aunque sea un poco distante, me gusta y todo el que viene a mi casa no quisiera irse, porque a pesar de que es campo se sienten bien, hay frutas, el ambiente es un poco monótono pero es agradable, sano, saludable".
   
Yo pienso que si las personas sienten el olor a chocolate que sentí yo próximo a su casa, se entiende que no quieran irse.
 
"Um... sí, el que viene le gusta venir mi casa y no quiere irse, por el trato, por el amor y que todo se comparte".

¿Y usted es también capaz de brindar café?
 
"Sí, como que no, si usted lo necesita y yo lo tengo..."

Usted me hizo la invitación y yo ahora voy a ir a su casa.
 
"Bueno, lo acepto, invitado está".