Bienvenidos

Los primeros pensamientos para encontrar nombre a este blog fueron tan arduos que pronto desistí. Intenté una y otra vez encontrar un término aceptado por la lengua o inventado que denotara Baracoa, mi primera tierra, y nunca quedé conforme. Entonces reparé en que al pensar recreaba un mundo muy propio, quizás porque el que vivimos todos no contenta como yo quisiera, y exige creer que el Sol va a iluminar el día, aunque haya nublados. Creo que nombrar este blog La bolita´el mundo puede expresar mi deseo de representar, aunque sea desde el yo personal, lo que desde niño imaginé universo, hoy tan frágil y vulnerable que por momentos no parece más que una pequeña esfera. La bolita´el mundo es mi mundo, es Baracoa, Cuba, mi familia, mis amigos, son los cubanos dispersos por doquier, las personas incluso que no conozco y la sensorialidad por la que respiro y busco armonía para convivir con la gente en y desde todo lugar, desde toda expresión. Es, en fin, el mundo en mí. O si se quiere, yo en el espacio creado por Dios o la Gran Explosión, según se crea. Lo importante será la palabra, esa por la que me gano el pan y trato de hacer verso.

lunes, 13 de marzo de 2017

¿A Bayamo? Ni en coche


A periodistas de Baracoa nos echaron encima un tanque de agua fría a falta de combustible. Claro, nadie quería que le rociaran el cuerpo con inflamable, y sí que hubiera el petróleo necesario para hacer un viaje en ómnibus a la ciudad cubana de los coches.

No sería un simple paseo. Sería la oportunidad de que profesionales de la radio y la televisión de la Primera Villa de Cuba, hoy con méritos suficientes para mencionárseles en todo el país, sostuvieran un intercambio con personal asociado al periodismo en Bayamo.

Tampoco sería en cualquier fecha, porque el deseo de que el encuentro se diera durante el desarrollo de la Jornada por el Día de la Prensa Cubana era ex profeso.

Y entonces, ¡puaf!, el agua encima, y semicongelada, y no válida, y como para cuestionarse si es lo que merece gente sacrificada que cumple su rol social entregándose a pulmón, sin condiciones de trabajo ideales por ningún lado, casi sin pedir a cambio.

En momentos así llego a preguntarme para qué soy periodista, cuando no es para hacerme el mayor regalo de la vida, y para tratar de hacerles la existencia un poquito mejor o más comprensible a los demás.

No creo que sea la imposibilidad de hacer a causa de falta de combustible un viaje por carretera más que planificado, la manera en que quienes podían asegurar la travesía debían estimular lo hecho por personas que, por ejemplo, contribuyeron de manera crucial a la obtención del Premio de la Dignidad a la prensa guantanamera por la cobertura vinculada al huracán Matthew.

Tampoco creo que deba exponer aquí la actitud asumida por esos otros para atender un pedido, o la razón esgrimida para desestimar un reclamo. No tendría sentido. Al menos para mí, es inexplicable sostener un argumento si no lo dicta el sentido común.

De momento, yo voy a premiarme con mi propia dignidad, con la idea a lo García Márquez de que el periodismo es “el mejor oficio del mundo”, y con la certeza de que cuando quiera ir de nuevo a Bayamo, no tendré que mendigarle a nadie.