Bienvenidos

Los primeros pensamientos para encontrar nombre a este blog fueron tan arduos que pronto desistí. Intenté una y otra vez encontrar un término aceptado por la lengua o inventado que denotara Baracoa, mi primera tierra, y nunca quedé conforme. Entonces reparé en que al pensar recreaba un mundo muy propio, quizás porque el que vivimos todos no contenta como yo quisiera, y exige creer que el Sol va a iluminar el día, aunque haya nublados. Creo que nombrar este blog La bolita´el mundo puede expresar mi deseo de representar, aunque sea desde el yo personal, lo que desde niño imaginé universo, hoy tan frágil y vulnerable que por momentos no parece más que una pequeña esfera. La bolita´el mundo es mi mundo, es Baracoa, Cuba, mi familia, mis amigos, son los cubanos dispersos por doquier, las personas incluso que no conozco y la sensorialidad por la que respiro y busco armonía para convivir con la gente en y desde todo lugar, desde toda expresión. Es, en fin, el mundo en mí. O si se quiere, yo en el espacio creado por Dios o la Gran Explosión, según se crea. Lo importante será la palabra, esa por la que me gano el pan y trato de hacer verso.

jueves, 24 de febrero de 2011

Días de radio


Creo que fue la radio el espacio donde descubrí la magia. Antes que un prestidigitador me asombrara, escuchar música e imaginarme a quienes la anunciaban fue como entrar a un palacio que muy a distancia abría puertas.

Siempre consideré un premio inocencias como la de suponer a los locutores dentro del receptor situado en la sala de mi casa, así como a los artistas actuando en vivo, sin siquiera sospechar de donde eran o venían.

Hoy celebro la suerte de que otros supieran alimentar mi inocencia. El responsable mayor fue una tía pocos años mayor que sus sobrinos, con los que a diario esperaba la noche para oír un programa de la emisora de Baracoa titulado Su selección musical.

Aquello era fiesta. Mi tía imantaba y nos sumergió en el gusto por las interpretaciones de Héctor Téllez, Los Van Van, Nino Bravo, Tony Landa, Los Fórmulas V y unos locos ingleses que gritaban fuera de lo común al cantar y se llamaban Los Beatles.

En esa época inicié junto a un hermano el primer ejercicio continuo de mi vida: tratar de copiar lo más rápido posible el texto de las canciones que oía. Fue también mi primera competencia en serio y, aunque no lo sabia, la advertencia de que concluir algo solo place de verdad si a la vez divierte.

En años sucesivos cambió mi relación con la radio. Estaba becado, las grabadoras de cinta recorrían el mundo y su impacto hizo preguntarme si las emisoras podrían lograr que la audiencia gratificara más informarse y conocer que entretenerse.

Cuando primero supe cómo debe hacer una emisora fue mientras preparaba mi tesis de grado. Adentrarme en la radio nacional hecha para niños antes de 1959 me deslumbró por su eficacia, su historia aún oculta y la inserción en ella de figuras como Félix B. Caignet, José Ángel Buesa y Enrique Núñez Rodríguez.

Después conocí Radio Rebelde. Ejercer el periodismo en un tipo de prensa y un medio para mí impensados fue, más que sorpresa, la posibilidad de comprobar si la radio iguala o supera el atractivo de las publicaciones impresas y las propuestas televisivas.

Ni entonces voté, ni hoy voto por un medio de comunicación sobre otro. Si algo aprendí fue que cualquier realización como producto ser acepta según la hagamos, y que en definitiva es la gente quien decide si es oyente, lector o televidente.

A mi juicio, el mayor valor de la radio es que llegue donde a veces no ha estado el hombre. La imagen clásica del que habita un aislado rincón si dispone de agua, fluido eléctrico y se acompaña de un perro y un receptor manual para escuchar por doquier dice mucho del invento que en las primeras décadas del pasado siglo hizo que el mundo se fijara en Cuba.

Nadie negará que por tradición, provecho y perspectivas, la radio es un medio insustituible en la realidad de este archipiélago. Entenderlo no cuesta si se conoce el país, y si como hacía yo cuando chico, alguien sueña con escuchar a diario lo que transmite un estudio.