Bienvenidos

Los primeros pensamientos para encontrar nombre a este blog fueron tan arduos que pronto desistí. Intenté una y otra vez encontrar un término aceptado por la lengua o inventado que denotara Baracoa, mi primera tierra, y nunca quedé conforme. Entonces reparé en que al pensar recreaba un mundo muy propio, quizás porque el que vivimos todos no contenta como yo quisiera, y exige creer que el Sol va a iluminar el día, aunque haya nublados. Creo que nombrar este blog La bolita´el mundo puede expresar mi deseo de representar, aunque sea desde el yo personal, lo que desde niño imaginé universo, hoy tan frágil y vulnerable que por momentos no parece más que una pequeña esfera. La bolita´el mundo es mi mundo, es Baracoa, Cuba, mi familia, mis amigos, son los cubanos dispersos por doquier, las personas incluso que no conozco y la sensorialidad por la que respiro y busco armonía para convivir con la gente en y desde todo lugar, desde toda expresión. Es, en fin, el mundo en mí. O si se quiere, yo en el espacio creado por Dios o la Gran Explosión, según se crea. Lo importante será la palabra, esa por la que me gano el pan y trato de hacer verso.

domingo, 13 de enero de 2019

Domingo de lluvia


Un domingo de lluvia es como un día estropeado. O como ocasión para el regreso de esa rara sensación de placer que sentimos mientras cae el agua.

Yo, que preví levantarme hoy a las 6:10 a.m, desperté poco antes con el familiar sonido de un aguacero sobre las tejas de zinc del techo de mi casa. “Sigue la lluvia”, me dije, pero sin imaginar que sería otro de esos días en que amenaza con lo incesante.

En minutos, y en horas, Baracoa se hizo agua. La gente eran barcos varados en portales y tras ventanas; las calles, como siempre, eran arroyos contenidos por falta de drenaje. Así lo vi caminando con una toalla encima, zigzagueante, de salto en salto, de salpica en salpica.

Para mí lo repetitivo había sido que desde temprano quisiera hacer una foto, y que a pesar de haber “inundado” de agua el sitio digital para el cual laboro con varias crónicas sobre la lluvia, me naciera hacer otra.

Ahora, con el cielo gris sobre la ciudad a lo londidense y al final de estas letras, reparo en que otra vez me humedezco, me mojo, me empapo, y casi sin importarme. Sin darme cuenta.