La zona de Boca de Yumurí, en Baracoa, se identifica por un paisaje legendario que combina aguas de río y mar rodeadas del azul y el verde intrínsecos en el color de este minucipio.
Foto: Erneso Monteagut Bartutis
Allí
la pesca es ley, según sugiere una frase de Jorge Luis Acosta, poblador
de esa zona liado hace décadas con cordeles, redes y botes en busca de
sustento alimentario.
Ver a José Luis en faena fue un convite al diálogo.
Buenos días, supe de usted y decidí esperarlo en la orilla para conversar unos minutos.
“Mire, es que todavía no he terminado, me falta recoger la red y arrimar el bote... ¿Qué usted quiere saber?”
Algo sobre la labor de este día, por ejemplo.
“Ah, cogimos macabí, pargo pinto y algunos jureles y cojinúas”.
Hoy parece haber sido un día provechoso.
“No se coge tanto, pero se coge má o meno para poder sobrevivir”.
Varios de sus compañeros rehuyeron ser entrevistados y me recomendaron hablar con usted. ¿Por qué, mucha experiencia acumulada?
“No mucha experiencia, pero conozco algo de mar, será que como soy nativo de aquí de Yumurí”.
¿Hace qué tiempo usted pesca?
“Un promedio de 40 años”.
¿De manera continua?
“Bueno, yo era maestro, a veces tenía trabajo hasta los sábados, pero hoy toy jubilado y pesco cualquier día”.
Los pescadores no pueden vivir solo de los productos del mar. ¿Cómo más se alimentan?
“Como los demás, con las cosas de la canasta básica y las otras que venden por la libre”.
¿Venden suficiente alimento liberado?
“Ta mejorando, pero de arroz solo traen dos o tres saquitos y en un día se van todos, el chícharo tá fallando un poco y el picadillo a veces llega un poquito pasado de tiempo”.
Pronto se venderán esos productos como para que todo el mundo los tenga.
“Eso es lo que hace falta, que la mercancía no falle”.
¿Cómo es la vida de un pescador en Boca de Yumurí?
“Bueno, yo pienso que si la miras con buenos ojos es bastante buena, no se puede negar, porque de vez en cuando nosotros pescamos y cogemos algo”.
¿Y si miras la vida de otra forma?
“E un poco difícil, porque hoy el pescado está entrando, pero hay meses que estamos en crisis, que no entra nada. Y aquí casi no existen centros de trabajo, aquí el trabajo para la población es el mar”.
¿Por qué más puede ser difícil la vida en Boca de Yumurí?
“Porque aquí vivimo a la orilla del mar y a veces el agua se pone furiosa, no hay quien salga por la boca del río pa la bahía. Se dice que el pescador debe ser un buen marinero, pero cuando el mar ta malo aquí nos pasamos hasta un mes, dos meses sin pescar”.
¿Respeta mucho al mar?
“Claro, las embarcaciones se nosotros son pobres, y ese mar molesto e un torbellino. Fíjese que hace poco pasó por aquí un ciclón retirado y hubo problema en la zona, inundaciones, sobre todo en lo más bajo del litoral. Donde yo vivo, al lado del consultorio, la cosa se pudo fea”.
En momentos así muchas cosas pueden ser feas.
“¿Qué si qué? Hasta la cuestión de la comida, pero los que también nos dedicamos a la agricultura tenemos algunos productos del campo”.
En condiciones normales, ¿qué piensan quienes viven con usted cuando lo ven salir de pesca?
“Pienso que se sienten orgullosos, digo yo”.
Cuando usted regresa con pescados, hay alegría en casa…
“¡Ayayay, hay alegría! Imagínese usted, no solamente en mi familia, sino en la mima población cuando ven que el pescado entra todo el mundo se pone contento, ¿entiende?”
¿Hasta cuándo pescará usted?
“Bueno, yo taré pescando mientras me sienta satisfecho, fuerte, porque el pescar es un deporte, y a mí me gusta mucho.
Yo pienso que mientras tenga vida, y el corazón me deje fuerza, yo puedo seguir pescando”.
Pues le deseo mucha salud, y suerte.
“Gracias, gracias, tá muy buena su visita”.
Ver a José Luis en faena fue un convite al diálogo.
Buenos días, supe de usted y decidí esperarlo en la orilla para conversar unos minutos.
“Mire, es que todavía no he terminado, me falta recoger la red y arrimar el bote... ¿Qué usted quiere saber?”
Algo sobre la labor de este día, por ejemplo.
“Ah, cogimos macabí, pargo pinto y algunos jureles y cojinúas”.
Hoy parece haber sido un día provechoso.
“No se coge tanto, pero se coge má o meno para poder sobrevivir”.
Varios de sus compañeros rehuyeron ser entrevistados y me recomendaron hablar con usted. ¿Por qué, mucha experiencia acumulada?
“No mucha experiencia, pero conozco algo de mar, será que como soy nativo de aquí de Yumurí”.
¿Hace qué tiempo usted pesca?
“Un promedio de 40 años”.
¿De manera continua?
“Bueno, yo era maestro, a veces tenía trabajo hasta los sábados, pero hoy toy jubilado y pesco cualquier día”.
Los pescadores no pueden vivir solo de los productos del mar. ¿Cómo más se alimentan?
“Como los demás, con las cosas de la canasta básica y las otras que venden por la libre”.
¿Venden suficiente alimento liberado?
“Ta mejorando, pero de arroz solo traen dos o tres saquitos y en un día se van todos, el chícharo tá fallando un poco y el picadillo a veces llega un poquito pasado de tiempo”.
Pronto se venderán esos productos como para que todo el mundo los tenga.
“Eso es lo que hace falta, que la mercancía no falle”.
¿Cómo es la vida de un pescador en Boca de Yumurí?
“Bueno, yo pienso que si la miras con buenos ojos es bastante buena, no se puede negar, porque de vez en cuando nosotros pescamos y cogemos algo”.
¿Y si miras la vida de otra forma?
“E un poco difícil, porque hoy el pescado está entrando, pero hay meses que estamos en crisis, que no entra nada. Y aquí casi no existen centros de trabajo, aquí el trabajo para la población es el mar”.
¿Por qué más puede ser difícil la vida en Boca de Yumurí?
“Porque aquí vivimo a la orilla del mar y a veces el agua se pone furiosa, no hay quien salga por la boca del río pa la bahía. Se dice que el pescador debe ser un buen marinero, pero cuando el mar ta malo aquí nos pasamos hasta un mes, dos meses sin pescar”.
¿Respeta mucho al mar?
“Claro, las embarcaciones se nosotros son pobres, y ese mar molesto e un torbellino. Fíjese que hace poco pasó por aquí un ciclón retirado y hubo problema en la zona, inundaciones, sobre todo en lo más bajo del litoral. Donde yo vivo, al lado del consultorio, la cosa se pudo fea”.
En momentos así muchas cosas pueden ser feas.
“¿Qué si qué? Hasta la cuestión de la comida, pero los que también nos dedicamos a la agricultura tenemos algunos productos del campo”.
En condiciones normales, ¿qué piensan quienes viven con usted cuando lo ven salir de pesca?
“Pienso que se sienten orgullosos, digo yo”.
Cuando usted regresa con pescados, hay alegría en casa…
“¡Ayayay, hay alegría! Imagínese usted, no solamente en mi familia, sino en la mima población cuando ven que el pescado entra todo el mundo se pone contento, ¿entiende?”
¿Hasta cuándo pescará usted?
“Bueno, yo taré pescando mientras me sienta satisfecho, fuerte, porque el pescar es un deporte, y a mí me gusta mucho.
Yo pienso que mientras tenga vida, y el corazón me deje fuerza, yo puedo seguir pescando”.
Pues le deseo mucha salud, y suerte.
“Gracias, gracias, tá muy buena su visita”.