Bienvenidos

Los primeros pensamientos para encontrar nombre a este blog fueron tan arduos que pronto desistí. Intenté una y otra vez encontrar un término aceptado por la lengua o inventado que denotara Baracoa, mi primera tierra, y nunca quedé conforme. Entonces reparé en que al pensar recreaba un mundo muy propio, quizás porque el que vivimos todos no contenta como yo quisiera, y exige creer que el Sol va a iluminar el día, aunque haya nublados. Creo que nombrar este blog La bolita´el mundo puede expresar mi deseo de representar, aunque sea desde el yo personal, lo que desde niño imaginé universo, hoy tan frágil y vulnerable que por momentos no parece más que una pequeña esfera. La bolita´el mundo es mi mundo, es Baracoa, Cuba, mi familia, mis amigos, son los cubanos dispersos por doquier, las personas incluso que no conozco y la sensorialidad por la que respiro y busco armonía para convivir con la gente en y desde todo lugar, desde toda expresión. Es, en fin, el mundo en mí. O si se quiere, yo en el espacio creado por Dios o la Gran Explosión, según se crea. Lo importante será la palabra, esa por la que me gano el pan y trato de hacer verso.

lunes, 22 de septiembre de 2014

El rinoceronte que yo conocí

No era un animal que despertara simpatía en el zoo de Baracoa

En principio, ese afecto lo ganaban el choncholí emplumado de blanco que nadie podía concebir hasta verlo; el almiquí, por extraviado y exótico; los leones y los monos, quizás los seres más populares de los parques cubanos destinados a la exhibición de animales.

El rinoceronte, en cambio, resultaba por su tamaño y porte un ser singular, como lo eran el hipopótamo y los avestruces que por primera vez podían verse aquí delante de uno.

Pocos imaginaron que un individuo de ese tipo tendría un espacio en la zona escogida en Baracoa para completar el sueño de Anfiloquio “El Rubio” Suárez de que tuviéramos un lugar donde contemplar la fauna en un ambiente lo más natural posible.

El Rubio había donado casi todos los animales que tenía en el patio de su casa en La Poa, como preámbulo del ansiado suceso de que hubiera en un recóndito municipio de Cuba un zoológico “con todas las de la ley”.

Allí estaba el rinoceronte, con su gran masa, su gruesa piel gris y ese imponente cuerno causante de que los semejantes sean perseguidos por cazadores furtivos con supuestos intereses medicinales, o reales fines comerciales.

El polvo de cuerno de rinoceronte es vendido en Asia más caro que el oro o el petróleo, gracias a la errónea creencia popular de que mezclado con alcohol baja la fiebre, elimina sustancias tóxicas del cuerpo, potencia el sexo y hasta cura el cáncer.

Con aires así, fuentes fidedignas refieren que solo en Sudáfrica se perdieron 700 de estos mamíferos el presente año, y el riesgo de extinción se ha disparado.

En todo eso pienso mientras avivo la impresión en mí del paquidermo que inspiró esta crónica, y para mi asombro, acabo de saber que el rinoceronte que creí ver en el zoo de Baracoa, nunca existió.

domingo, 11 de mayo de 2014

Postales



Estoy al creer que la intención de facilitar la transmisión de mensajes a las personas es a la vez un atentado al buen sentido.

Me es difícil soportar uno de esos filmes en los que un ídolo del celuloide cuyo idioma es el inglés vemos u oímos hablar en español hasta con eses silbadas como penetrantes rachas de viento por resquicios de una ventana.

He tenido que rendirme ante el hecho de que ahora se impriman las postales por el Día de las Madres con frases cursis o no cursis, pero que dicen lo que un potencial remitente no ha dicho, robando además la posibilidad de que alguien se luzca con un mensaje propio.

Se me ocurre pensar que es como si un poeta necesitara una página en blanco para iniciar su verso, y le entregaran una hoja con un exergo.
Celebraría mejor que la inspiración personal acompañe las postales como un juego que solo con frases nacientes fuera completo.

La idea de elaborar un texto es inigualable para crecerse, y el de acudir a la imaginación es incomparable para salvar un escollo.

Conozco a alguien que quiso enviar una tarjeta de felicitación a la progenitora de una muchacha que le simpatizaba, pero desconocía el nombre de la destinataria y utilizó un recurso insospechado.

El remitente estampó el nombre de la muchacha, especificó que la postal era para su madre y escribió un mensaje que haría sentir orgullosa a cualquier mujer que haya procreado.

Como era de suponer, hubo más conquista que a una madre.

Crónica para no ser leída

Hoy tampoco tengo el regalo que hubiera querido entregarle a mi madre. Digo tampoco porque si tenerla es invaluable, no creo poseer lo suficiente para hacerla sentir reina.

Puede ser una actitud egoísta en mí, porque en definitiva quien haya procreado lo que necesita y busca es amor correspondido entre el tronco y las ramas del árbol.

Este domingo mi mamá olvidará nuevamente su condición de homenajeada en casa, volverá a ser la última en sentarse a la mesa para degustar el plato elaborado a base de la gallina criolla que le llevé hace dos días, y alimentará la costumbre de comerse lo que, por elección, casi nadie preferiría.

Es una rutina difícil de cambiar cuando se sabe que las madres quieren tanto a los hijos que si por ellas fuera dictaran todo el tiempo lo por hacer de manera acertada e incuestionable, según consideren ellas.

Nada de eso lamento los segundos domingos de mayo; lamento que mi madre no sepa cuánto es para mí a falta de demostrarlo; que desconozca que me inspira crónicas no llegadas a sus manos ni escuchadas por aviso previo; que después de niño no haya podido decirle que la quiero como se lo he dicho a otra mujer.

Vivo con la zozobra de que un día me abandone ya sin tiempo de que el hijo repare lo irremediable, y con la alentadora sospecha de que lo no confesado a ella está registrado en su memoria hace mucho más tiempo del que yo pueda haber imaginado.

Después de todo, con palabras dichas o por decir, lo que más me agradece mi madre es comprobar lo que he legado de ella.

jueves, 1 de mayo de 2014

Se paró el motor del tren

En un minuto en que no impacta como hace tres horas el deceso de Juan Formell, cuesta pensar en lo mucho que debía decirnos el artista antes de hacer mutis. 

No es que faltaran anécdotas, revelaciones y goce del genio de Los Van Van; es que la figura principal del llamado Tren musical del Caribe generaba un deseo insaciable de conocer sobre música.

Explicarse que una agrupación haga bailar a un país durante más de 40 años a veces no se logra ni con las confesiones de quienes hayan orquestado el fenómeno.

El creador del Songo impulsó junto a César "Pupi" Pedroso, José Luis "Changuito" Quintana y otros un ritmo cuya cadencia comienza con la primera nota musical y permanece en el aire hasta mucho después de escuchada una pieza.

Aunque muchos ven como cúspide de una carrera artística el Grammy concedido a Los Van Van en 1999 y el Grammy Latino a la Excelencia entregado a Juan Formell en 2013, en realidad no había mérito igual al de estar entre la gente como un gran monumento.

Ahora que impacta tanto en generaciones sucesivas la muerte de uno de los más admirados músicos cubanos hace casi medio siglo, la leyenda vanvanera deberá seguir sonando, y crecer.

sábado, 1 de marzo de 2014

En el centro de Baracoa


Transformación del Parque Independencia, de Baracoa.
La transformación física de una ciudad pequeña tiene que ser tan acertada en planes como eficaz en ejecución.


El cambio de imagen del núcleo del Centro Histórico de Baracoa prosigue hoy en el Parque Independencia. Habrá que obrar fino para que los trabajos realcen lugares como la Basílica Menor, una institución con un glamour que le falta a la calle paralela terminada del paseo peatonal de la Ciudad Primada.


Los trabajos en el parque incluyen la sustitución de piso y de bancos, más la incorporación de nuevos elementos. Radio Baracoa seguirá el proceso con imágenes.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Con Romeo y Julieta


He vuelto a ver en la tele Romeo y Julieta y he lagrimeado. Casi me avergüenza decirlo, aunque no si asocio contextos y recuerdo cuando alguien me dijo que hay que ser muy hombre para pedir perdón.

No culparé de mis lágrimas al romanticismo, al desánimo que causan encierros demorados como el que padecía en casa por enfermedad, ni a la libertad de encontrarme solo al disfrutar la historia que entrelaza a Motescos y Capuletos.


En todo caso, culpo a mi gusto, a mi naturaleza, a la conjunción literatura-cine y a diferenciar un buen audiovisual entre la tanta mediocridad y basura con que nos bombardean desde pantallas de cine y televisión en todo el mundo.


Concluida la versión fílmica de Zeffirelli sobre los enamorados que sacrifican por amor sus vidas, se lee que ante la tragedia del deceso casi simultáneo de la pareja el Sol no quiso salir ese día.


Al levantarme del asiento para escribir estas líneas, un haz luminoso del astro rey daba justo encima de la hoja en blanco. No hizo falta más.

Soy drogadicto



Acabo de saberme drogadicto. Si hasta hoy me declaraba solo arrastrado por el deseo imperturbable de tomar café, ahora me creo  absorbido por un ordenador.

Ya una perspicaz colega había referido que la computadora está considerada como la cuarta droga más letal del mundo, pero solo al  repetirlo un galeno supuse que a diario me incita el abismo.

Cuando en una consulta médica dije en qué y cómo trabajo, el clínico relacionó la sospechada contractura muscular que yo padecía con el esfuerzo físico y la cantidad de horas sentado delante de un equipo con servicio de internet.

El galeno no descubría mucho, pero de alguna forma fue sensata la alerta de que la tentación por un monitor acoplado a una máquina puede incentivar como una mujer hasta lo enfermizo.

Hace poco una recién llegada al team Radio Baracoa me sugirió dedicarle más tiempo a mi pareja, o, cuando menos, compensar mejor el tiempo de revisión o elaboración de textos con las horas necesarias para estructurar debidamente diálogos, caricias y sexo en casa.

Me sentí desarmado, no tanto por el consejo, sino porque supe que la muchacha hablaba a partir de una experiencia personal en su contra, y porque en minutos abrió una brecha en mi rutina de ligarme al trabajo como se deja atada una bestia a un árbol.

Después de eso, de considerarme incorregible, de seguir esclavizándome en lo laboral por la fuerza de la costumbre y de no encontrar salida, sigo metido en internet como con amante insaciable.

Sumergido en esa droga, celebro estar ajeno al consumo de estimulantes nocivos, a la función narcotizarte que un avezado comunicólogo atribuyó a los medios de difusión masiva, a los somníferos de la televisión cubana, a las conversaciones dilatadas y sin provecho de tanta gente; en fin, al sin sentido.

¿Cómo depender entonces de un monitor y un teclado de computadora, que ni tonifican como el café, ni desinhiben como el alcohol, ni “liberan” como el polvo blanco que inhala quién sabe cuánta gente en el mundo? 

Culpable es el periodismo, una especie de alucinógeno que en la cumbre pone a prueba el corazón y casi corta el respiro. 

martes, 25 de febrero de 2014

Un viaje alucinante



Al fin puedo comprar un auto de lujo en Cuba. La posibilidad de andar a la moderna y dejar los recorridos a pie ya no es un sueño, sino  algo alucinante, como acostarse siendo pobre y despertar siendo rico.

De niño tuve un triciclo y de adulto ni Lada ni Moskovich, pero ahora podría manejar un Peugeot si desearlo hasta 260 mil veces valiera poseer la misma cantidad de dólares.

Solo temo pensar como Calderón de la Barca que los sueños, sueños son; que los cuentos de hada y sus maravillas son eso, cuentos; y que la realidad del país donde vivo se parezca tanto a lo surreal.

Pensándolo bien, mejor apelo al recuerdo de los años en que aprendí dando pedales a acelerar o detener la marcha de tres ruedas cuando lo necesitaba, más que cuando lo quería.

Después de todo, esta es mi Cuba, donde “estar en China” no siempre significa encontrarse “en la Luna de Valencia”, y puede que sí poner la mente en hacerse de una Flying Pigeon, para rodar y rodar, quién sabe hasta cuándo, quién hasta dónde.