Un amigo ironizaba hace poco en Facebook
conque ante la acelerada desaparición de especies animales y vegetales o
en riesgo de perderse a consecuencia de acciones humanas, la especie
más inteligente sobre la tierra era la que merecía extinguirse.
La sentencia se relacionaba de manera indirecta con el anunciado fin del mundo
previsto por los mayas para este 21 de diciembre, que sin producirse
hace cambiar el discurso hacia el comienzo de una nueva era, urgida,
diría yo, de un nuevo trato al planeta azul.
Cuando
la historia registra unas 160 profecías sobre el momento en que debía
apagarse el universo, pesimistas, escépticos, optimistas reaccionan hoy a
su manera y seguros de que la vida continúa, pero en un entorno
contaminado por demasiados irresponsables.
Ahora
que celebramos la posibilidad de seguir viendo a diario la luz solar,
la noche, la lluvia o la nieve en los rincones menos pensados, sería
prudente considerar cómo pudiéramos contribuir a que la visión
apocalíptica que generan muchos medios de difusión y foros acerca del
medio ambiente, las guerras y la incertidumbre sean cuestión del pasado.
No hallo mejor forma de vislumbrar el alba.
Bienvenidos
Los primeros pensamientos para encontrar nombre a este blog fueron tan arduos que pronto desistí. Intenté una y otra vez encontrar un término aceptado por la lengua o inventado que denotara Baracoa, mi primera tierra, y nunca quedé conforme.
Entonces reparé en que al pensar recreaba un mundo muy propio, quizás porque el que vivimos todos no contenta como yo quisiera, y exige creer que el Sol va a iluminar el día, aunque haya nublados.
Creo que nombrar este blog La bolita´el mundo puede expresar mi deseo de representar, aunque sea desde el yo personal, lo que desde niño imaginé universo, hoy tan frágil y vulnerable que por momentos no parece más que una pequeña esfera.
La bolita´el mundo es mi mundo, es Baracoa, Cuba, mi familia, mis amigos, son los cubanos dispersos por doquier, las personas incluso que no conozco y la sensorialidad por la que respiro y busco armonía para convivir con la gente en y desde todo lugar, desde toda expresión.
Es, en fin, el mundo en mí. O si se quiere, yo en el espacio creado por Dios o la Gran Explosión, según se crea. Lo importante será la palabra, esa por la que me gano el pan y trato de hacer verso.
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