La transmisión anoche del documental Estamos vivos por la televisión cubana creó en muchos baracoesos un sentimiento resumido en dos palabras: estamos inconformes.
De ninguna manera lo visto en pantalla dejó ver la dimensión real o aproximada de la devastación provocada por el huracán Matthew en el oriente cubano el pasado año.
Quienes vivieron las agónicas horas que unieron la noche del 4 de octubre y la siguiente madrugada en la Primera Villa de Cuba y Maisí a causa del fenómeno meteorológico de categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, y comprobaron luego in situ o en imágenes el estado destructivo del ciclón saben que el audiovisual referido se quedó en la epidermis de la realización.
Lo peor, como es de suponer, es que la audiencia no pudo equilibrar como debía la información recibida antes sobre la tormenta en medios de prensa locales, nacionales y del mundo a partir de los más variados recursos periodísticos, y de las historias de la gente.
El efecto de Matthew en Baracoa, desde donde escribo, fue a la televisión sin las más impactantes fotos tomadas desde el primer amanecer que le sucedió al evento atmosférico más crudo que hayan enfrentado aquí lo mismo los pobladores que la naturaleza.
Nada hubiera dado una idea integral de lo sufrido en este territorio como las vistas de los pisos bajos de edificios familiares del malecón abiertos y agrietados por el viento; hogares en el campo derribados, semidestruidos; postes caídos, virados, partidos por doquier; gritos de Madre Natura traducidos, por ejemplo, en cientos o miles de palmas y cocoteros en el suelo a manera de un juego de palitos chinos, cuando no en pie pero sin que jamás puedan producir de nuevo.
De todas formas, lo principal fue que faltaron entrevistados, o si se quiere, alguna que otra narración que de verdad sensibilizara al televidente, y no creo que por falta de quien supiera hacerla, aunque tampoco pueda sostener que hubo poca búsqueda, por la razón que fuese, de testimoniantes.
Es posible añadir sombras contra un material que aquí desdibujó bastante el lado feo de Matthew, pero no es mi propósito, porque también es posible, y justo, agradecer la entrega de los enrolados en la realización de un audiovisual disminuido y a la vez necesario.
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