Bienvenidos

Los primeros pensamientos para encontrar nombre a este blog fueron tan arduos que pronto desistí. Intenté una y otra vez encontrar un término aceptado por la lengua o inventado que denotara Baracoa, mi primera tierra, y nunca quedé conforme. Entonces reparé en que al pensar recreaba un mundo muy propio, quizás porque el que vivimos todos no contenta como yo quisiera, y exige creer que el Sol va a iluminar el día, aunque haya nublados. Creo que nombrar este blog La bolita´el mundo puede expresar mi deseo de representar, aunque sea desde el yo personal, lo que desde niño imaginé universo, hoy tan frágil y vulnerable que por momentos no parece más que una pequeña esfera. La bolita´el mundo es mi mundo, es Baracoa, Cuba, mi familia, mis amigos, son los cubanos dispersos por doquier, las personas incluso que no conozco y la sensorialidad por la que respiro y busco armonía para convivir con la gente en y desde todo lugar, desde toda expresión. Es, en fin, el mundo en mí. O si se quiere, yo en el espacio creado por Dios o la Gran Explosión, según se crea. Lo importante será la palabra, esa por la que me gano el pan y trato de hacer verso.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Con Romeo y Julieta


He vuelto a ver en la tele Romeo y Julieta y he lagrimeado. Casi me avergüenza decirlo, aunque no si asocio contextos y recuerdo cuando alguien me dijo que hay que ser muy hombre para pedir perdón.

No culparé de mis lágrimas al romanticismo, al desánimo que causan encierros demorados como el que padecía en casa por enfermedad, ni a la libertad de encontrarme solo al disfrutar la historia que entrelaza a Motescos y Capuletos.


En todo caso, culpo a mi gusto, a mi naturaleza, a la conjunción literatura-cine y a diferenciar un buen audiovisual entre la tanta mediocridad y basura con que nos bombardean desde pantallas de cine y televisión en todo el mundo.


Concluida la versión fílmica de Zeffirelli sobre los enamorados que sacrifican por amor sus vidas, se lee que ante la tragedia del deceso casi simultáneo de la pareja el Sol no quiso salir ese día.


Al levantarme del asiento para escribir estas líneas, un haz luminoso del astro rey daba justo encima de la hoja en blanco. No hizo falta más.

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