En El Güirito, Baracoa,
la campesina Zoila Azahares Labañino se convirtió de la noche a la
mañana en referente de lo que puede hacer una persona con el fruto del
cacao en sus manos.
Zoila no
es iniciadora de lo que hace que muchas personas visiten su casa, pero
sus productos tienen un sello personal y le dictan buena parte de la
ocupación hogareña.
¿Cómo explica su popularidad en El Güirito y mucho más allá?
“Mi fama
es porque todo lo que hago con el fruto del cacao gusta mucho a las
personas que me visitan. Yo les explico sobre el proceso de elaboración
del cacao, les pongo en la mesa los productos que salen de mis manos y
compren o no alguno, se van muy agradecidos, muy contentos”.
¿Cuándo comenzaron a visitarla por esas confecciones suyas?
“Hace casi un año, con la visita de extranjeros”.
¿Qué productos hace?
“Hago bolas, barras y bombones de cacao. Y claro, preparo el polvo con que se elabora el chocolate, el famoso chorote de Baracoa, que también se puede tomar en mi casa”.
¿Lo más difícil de todo?
“Ah, el
proceso de sacar la grasa de cacao, porque hay que moler la semilla
tostada, guardar la pasta en una cubeta y taparla durante cuatro días,
sin respiración y que no la vea nadie.
Pasado
ese tiempo yo destapo la cubeta y arriba está toda la grasa amarilla,
la recojo con una espumadera, la pongo a freír, luego la dejo enfriar y
la envaso en pomitos de madera que le compro a los artesanos en la
ciudad”.
¿Muchas personas prueban sus productos?
“Muchos vacacionistas, me visitan, le hablan de mí a otras personas y tengo mucha demanda”.
¿Qué dicen cuando, por ejemplo, prueban el chorote?
“Que es muy rico, muy rico el chocolate de Baracoa”.
Se supone que su negocio tenga respaldado legal….
“Sí, yo tengo una licencia para trabajar; todos los meses entrego una contribución al banco por lo que hago”.
Entonces, como decimos los cubanos, le da la cuenta.
“Me da la cuenta, como no”.
¿Ya usted se acostumbró a ese entrar y salir de personas en su vivienda?
“Yo me
siento muy orgullosa de eso, encantada al ver tanta gente que nunca
pensé conocer, y que cuando vienen a Baracoa dicen “llévenme a casa de
Zoila para ver lo que ella hace con el cacao”.
¿Ese “llévenme a casa de Zoila…” usted lo sueña?
“Eso es
realidad. Los que han venido piden en el hotel o la casa donde se
hospedan a guías y choferes que los traigan a casa de Zoila. Ya tienen
mi nombre, mis apellidos y mi dirección para volver”.
Al parecer, ya nada la apartará del cacao.
“Nunca he
podido apartarme, porque estoy rodeada de plantaciones de cacao. Lo
único que me desvincula a veces son mis viajes a La Habana para ver a
mis hijos, aunque eso dura poco”.
¿No le tienta quedarse allá?
“No,
aquello para mí no significa nada, a pesar de que mis cuatro hijos y una
nieta que crié desde chiquitica viven allá. Cuando voy pronto me siento
angustiada, trato de que se me quite la angustia y no se me quita.
Mientras
ellos quisieran que yo me quedara a vivir, yo les digo que no puedo, que
me dejen en mi casa haciendo lo mío, porque me gusta mucho y lo
extraño, sueño con mi trabajo cuando estoy en La Habana”.
¿Tanto apego a Baracoa?
“Baracoa es mi tierra, en ella nací y en ella me crié. Yo soy feliz aquí”.
Bienvenidos
Los primeros pensamientos para encontrar nombre a este blog fueron tan arduos que pronto desistí. Intenté una y otra vez encontrar un término aceptado por la lengua o inventado que denotara Baracoa, mi primera tierra, y nunca quedé conforme.
Entonces reparé en que al pensar recreaba un mundo muy propio, quizás porque el que vivimos todos no contenta como yo quisiera, y exige creer que el Sol va a iluminar el día, aunque haya nublados.
Creo que nombrar este blog La bolita´el mundo puede expresar mi deseo de representar, aunque sea desde el yo personal, lo que desde niño imaginé universo, hoy tan frágil y vulnerable que por momentos no parece más que una pequeña esfera.
La bolita´el mundo es mi mundo, es Baracoa, Cuba, mi familia, mis amigos, son los cubanos dispersos por doquier, las personas incluso que no conozco y la sensorialidad por la que respiro y busco armonía para convivir con la gente en y desde todo lugar, desde toda expresión.
Es, en fin, el mundo en mí. O si se quiere, yo en el espacio creado por Dios o la Gran Explosión, según se crea. Lo importante será la palabra, esa por la que me gano el pan y trato de hacer verso.
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