Adiós, Emily, Baracoa te saluda, me dije sin notar al instante la parodia de la frase atribuida a los gladiadores romanos que ante César iban a una batalla a muerte. La batalla aquí es por la vida, y luego del susto por posibles daños de la más reciente tormenta tropical en el Caribe, despedimos a gusto a la intempestiva.
Baracoa temió que Emily invadiera sus calles y campos de agua, balanceara demasiado a los árboles y dejara en su espacio físico el rostro de la incertidumbre.
La experiencia del 2008 con Ike aún arrastra consecuencias en la vida de este territorio, y cuando ahora el espíritu colectivo está en alza en espera del medio milenio de la Primera Villa de Cuba, de repente hubo que fijarse en un fenómeno que podía no quedar omitido.
Hubiera sido difícil aceptar que nos aguen la fiesta más que las sorprendentes, abundantes y persistentes lluvias locales. La ciudad hoy se transforma con obras sociales hace tiempo necesarias, y la gente no quiere asociaciones con el Pelú, ni con lo más calvo de lo adverso.
Estamos a la espera de cinco siglos de historia de la segunda ciudad de América. Brindemos por el onomástico y pidamos que Dios nos proteja. Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa lo merece.
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