Una madre soporta por un hijo lo que no aguanta nadie ni por
su mismo bien. Es un desvelo congénito, como si no se hubiera roto nunca el puente
del cordón umbilical.
Por mucho que se intente, no podría explicarse siempre. Para
mí, la protección o el sentido de posesión de una madre obedece a que jamás se
liberan de la condición de guardianas que les concede haber alojado a un ser en
el vientre.
Hagamos lo que hagamos, pensemos lo que pensemos y estemos
donde estemos, nuestra ascendiente directa compartirá, aconsejará, perdonará y
hasta se resignará cuando crea que sus fuerzas son menos que el imposible.
¿Cómo se puede soportar tanto, si no es con la certeza de
que lo importante es amar, y de que el verdadero amor no necesita aspiración de
igualarse, ni esperar a cambio?
Solo ella sabe. Solo una madre sobrelleva cualquier peso,
desde una liviana luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario