"¿Cómo tú te llamas?", me pregunta una niña
de dos años que acababa de ver y cuando me dispongo a responder se adelanta y dice el nombre. Yo
me asombro, porque desde noviembre pasado no reencontraba a la pequeña.
Me ve sacar el estuche de una cámara y escucho:
"Tírame una foto", y se la hago.
"¿Tú tiene celulai?"
"Sí".
"Hame un sefi", expresa trastocando la manera de tener otra foto para ella, y yo, sin más tiempo que el de salir para mi trabajo, me pregunto cómo los niños de hoy no piden abandonar el vientre de la madre antes de los nueve meses.