viernes, 21 de diciembre de 2012

El fin del mundo

Un amigo ironizaba hace poco en Facebook conque ante la acelerada desaparición de especies animales y vegetales o en riesgo de perderse a consecuencia de acciones humanas, la especie más inteligente sobre la tierra era la que merecía extinguirse.

La sentencia se relacionaba de manera indirecta con el anunciado fin del mundo previsto por los mayas para este 21 de diciembre, que sin producirse hace cambiar el discurso hacia el comienzo de una nueva era, urgida, diría yo, de un nuevo trato al planeta azul.

Cuando la historia registra unas 160 profecías sobre el momento en que debía apagarse el universo, pesimistas, escépticos, optimistas reaccionan hoy a su manera y seguros de que la vida continúa, pero en un entorno contaminado por demasiados irresponsables.

Ahora que celebramos la posibilidad de seguir viendo a diario la luz solar, la noche, la lluvia o la nieve en los rincones menos pensados, sería prudente considerar cómo pudiéramos contribuir a que la visión apocalíptica que generan muchos medios de difusión y foros acerca del medio ambiente, las guerras y la incertidumbre sean cuestión del pasado.

No hallo mejor forma de vislumbrar el alba.

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